Ya, primero debo aclarar para los suspicaces de siempre que NO me he olvidado de que soy más chilena que los porotos con longa y que el vino Made in Chile es el mejor del mundo y toda la lista de chauvinismos que se les ocurra. Pero después de un año y medio viviendo en las Australias, como que uno se tiende a “acostumbrar”. Incluso, a veces me pongo toda EMO pensando en que cuando me vaya voy a echar de menos el departamento de 3 x 4 donde vivimos, los vecinos pasados a flores, los negocios usureros e incluso al rusio del Unit 4 que lo tengo cachado es sapo y anda puro acusando a la gente con el dueño del edificio.
Uno se da cuenta de este acostumbramiento con cosas tales como dejar de encontrar caro todo, cuando vas a la playa ya no te quedas mirando a los cabros chicos jugar Criket en vez de paletas y como que no encuentras tan magnífico que los tipos de Australia Post te dejen encomiendas en la puerta de la casa porque total, nadieN se las lleva. Las cosas te entusiasman un rato y luego como buen ser humano, te acostumbras. Pero igual, como dice el gran filósofo Alejandro Sanz, NO es lo mismo, es DISTINTO y por tanto hay cuestiones que a las que uno simplemente no logra acostumbrarse. Y como uno es teatral, no puede dejar de demostrarle al mundo con ASÍ CADA OJO cada vez que presencia estas cosas raras de las Australias.
Así que aquí les va mi lista de australianidades que aún me parecen raras después de un año y medio de residencia koalística. A saber:
La lolita que muestra el culo
Como acá no hay Metro y el transporte público nunca va lleno, el tradicional “agarrón de poto” del que casi toda mujer chilena ha sido víctima simplemente NO EXISTE. Ergo, la chiquilla australiana no teme usar falda-cinturón. Ojo, no digo que me parezca mal que las mujeres se vistan como quieran, y de hecho, hay varias que se ven regias estupendas con los “shores cortos” estilo hotpant que están de moda ahora. El cuento es que no me puedo acostumbrar a ver minas a las que se les asoma el glúteo a cada rato. Me quedo pegada mirándolas, tensa de que en cualquier minuto se les va a escapar la presa o se van a pegar un Bolocazo. Mis aplausos a las mujeres que no están ni allí con lo que piense el resto y bla bla bla, pero en serio, NO LE QUIERO VER EL CULO A TODO ADELAIDE. Lo dije y qué!
La musulmana transpirosa
Aquí nos fuimos al otro extremo. Como Oz en un país tan multicultural, está lleno, pero lleno de musulmanes, de esos que en Chile solo había visto por las noticias. Claro, la mayoría son “moderados”, o sea, no usan el atuendo aquel que las tapa enteras y que solo deja ver los ojos a través de unas rejitas. Igual hay unas más modernash que no están ni ahí con el dress code islámico y andan de occidentales por la vida, aunque la mayoría usa al menos el pañuelín en la cabeza. El resto del cuerpo igual se lo cubren todo, con ropa taquillera, eso sí. Pero lo que me perturba no es ni su religión, ni sus costumbres (de los que poco y nada sé, por lo demás) sino que anden con chaleco manga larga y pantalón con 40 grados a la sombra. Algunas mujeres incluso usan IMPERMEABLE (de esos que no tienen forma de nada) para taparse las curvas, aunque estén cayendo los Emus asados. Soy huasa yo así que NO PUEDO parar de mirarlas y de pensar que deben estar re-cagadas de calor y que en cualquier minuto se desmayan o se las lleva Alá. Me pasa lo mismo con las monjas en todo caso, así que no me vengan a acusar de tendenciosa, ah!
La falta de servicio de empaquetado
Imagine que va usted a Falabella un día a comprar regalos y cuando llega a la caja y pide que se lo envuelvan le hacen la medio TAPA. Bueno, eso es lo que me ocurre aquí cada vez que hago el intento de que le pongan papel de regalo a algún presente de cumpleaños o Navidad en el comercio establecido: me manda a la cresta de la ola (Australian style). Porque resulta que en Oz no le usa que la vendedora de retail haga de empaquetadora, así que simplemente no tienen ese servicio. Tampoco está el mesón de los Scout para que te envuelvan tus recién adquiridos bienes de consumo por “una monedita” ni mucho menos. Así que no hay más remedio que ir a comprar un rollo de papel de regalo y envolver los presentes uno mismo, lo que para gente de dudosa motricidad (como yo) es diabólico. La otra es comprar los envoltorios ya armados o esas bolsitas lolas tipo Village, por la módica suma de 3 dólares con 99. Así no se puede vivir!
No se te puede “calentar el hocico”
Primeramente, es necesario aclarar que no es que el Australiano tenga más cultura chupiltica que uno, ya que de hecho los aussie son secos pal copete y jugosos como ellos solos. Lo que ocurre es que toman a otras horas o bien planifican la borrachera. El problema es que la mayoría de los supermercados no venden alcohol y las botillerías - que son de la misma cadena de supermercados – cierran máximo a las 9 pm. Después de esa hora, uno puede acudir a unas mini botillerías que están como atachadas a los bares y apelando a algún resquicio legal, pueden abrir hasta la escandalosa hora de las 12 de la noche. CHAN! Ergo, si estás carretiando en una casa y se te acaba el copete, no hay donde miéchica comprar. No Kamadi available. No queda di otra que abastecerse, así que tenemos el medio arsenal de botellas de vino en el mueble del lavaplatos, por si nos da por embriagarnos sin previo aviso. Los únicos felices con este sistema son nuestros hígados, claro. Porque uno, que sigue siendo más chilena que los porotos con longa, quiere su Kamadi!
FIN