jueves, 20 de octubre de 2011

Puro oficio, washa, puro oficio.


Cuando yo estaba como en 5to básico, en mi libro de Ciencias Sociales de editorial Santillana había un capítulo sobre las profesiones y oficios. El título del capítulo era “Todos los trabajos son importantes y necesarios” y explicaba cómo el señor que recoge la basura es igual de importante que el Presidente, ya que sin  él (el que recoge la basura) estaríamos todos tapados en mierda.

Yo, como siempre fui un poco bolchevique y leí Ami el Niño de las Estrellas a muy temprana edad, me la compré toda hasta el día de hoy. A parte, en el dibujito que salía en mi libro todos los monitos salían sonrientes mientras desarrollaban su labor. Por eso no le hago asco a ninguna pega, en especial ahora que vivo en un país donde todo el mundo tiene acceso a sueldo digno, aunque sea limpiando la caca con más moscas (aprende, Chile)

Sin embargo, para que sepa usted, OTRA cosa es con guitarra. Y la cosa del oficio no calificado no es NÁ tan fácil y bonito como lo promocionan los de las Visas de Trabajo y Vacaciones que te hacen creer que lavando platos te vas a hacer más millonario que Donald Trump.

Y ojo, que no digo que hacer este tipo de trabajos sea indigno. De hecho, no se descarta que haya gente a la que le gusten, pero si yo hubiera sido una de ellas no estaría escribiendo este post.  Así que aquí les dejo mi TOP 5 de pegas del terror, en orden ascendente de horripilantez:

Number Five: Promotora

En Chile nunca me agancharon para ser promotora. No sé por qué motivo, si yo hallo que tengo buena presencia. Pero acá, fue como que mandé un mail a la agencia, me pidieron mis datos y listo, porque ¡para repartir volantes no se necesita ser Kyle Minogue, oiga! Y en honor a la verdad, esta pega  no está ni mala. Tiene la gran gracia de que es fácil y pagan terrible de bien. El gran pero es que es LO fome.  Las cuatro horas que duran las promos se hacen eternas y no es que uno ejercite mucho el inglés diciendo “hello, take a look of this, thanks, have a LOVELY day!”.  Si no hubiera sido por la compañía de mis amigas promotoras (casi todas latinas, porque somos una mafia) me habría quedado dormida parada, caballo style. Por eso, cuando se vea tentado a pedirle al cielo una “pega fácil”, piénselo dos veces, que se le puede cumplir.

Number Four: Vendedora Puerta a Puerta



¿Usted cacha a esas personas que le van a tocar la puerta mientras la teleserie está en lo mejor para tratar de venderle algo que usted NO necesita? Bueno, yo fui una de esas. Poquito rato, porque hay pocas cosas más horribles que ser ESA persona. Sobre todo cuando te mandan a - prácticamente - estafar gente,  te pagan por comisión, te llevan a los barrios más brígidos de Adelaide, dónde viven los “yonkies” y te abre la puerta un guatón en pijama sin dientes que te dice WHAT THE FUCK YOU WANT? Usted se preguntará… habiendo tantas pegas para escoger, ¿por qué alguien querría hacer eso? Porque aparentemente,  los que son buenos engrupiendo drogos, se echan al bolsillo fácilmente entre 400 y 800 dólares DIARIOS.  Yo no fui una de esas (los guatones en pijama me amedrentan con facilidad) así que duré exactamente una semana como vendedora door to door. Vaso medio lleno: conocí el lado oscuro de Australia. A mí no me vienen con cuentos, longy. chiaaaaaaaaa


Number Three:  Vendedora de Caridad




A uno le venden esta pega diciéndole que es SUPER FUN y que puedes ganar el dinero que TÚ quieras y trabajar los días que TÚ quieras. Te dicen, además, que estarás ayudando a una súper-bakan-madre-teresa organización sin fines de lucro y que te darán training gratis, por lo que no se requiere experiencia. En la práctica, esto significa: ganar por comisión (otra vez), sueldo base inexistente, training todos los días desde las 7:30 am y, la peor parte, tener que mamarte sin chistar el abierto rechazo de las personas (gente poco cristiana, pero honesta, eso sí). Si tienes el don de la palabra y buena pinta, capaz te haces hasta 500 dólares diarios en comisiones. Pero  a mi como que el verso me sale en español, no más, porque  con suerte  capté seis o siete donadores en tres semanas.  Aparte, me comí irreproducibles epítetos de unos  personajes que por muy rubios, la cara de imputados no se las saca nadieN. Viendo el vaso medio lleno, al menos me sirvió para ampliar mi vocabulario informal- inculto.

Number Two: Vendedora de vestidos 100% Polyester



Si usted cree que en el primer mundo no existe la explotación y los jefes como el lolipop, está TERRIBLE de equivocado. El dueño de Copycat Fashion, Rundle Mall (aka CRAPYcat) es probablemente uno de los seres humanos más detestables que he conocido en la vida.  Pagaba menos de lo legal, evadía impuestos descaradamente, tenía a una pobre cabra de por allá por Malasia trabajando los siete días de la semana y nos presionaba a vender y vender, pese a que a la tienda entraba pocaza gente (está súper escondida ) y el viejo cagao ni siquiera invertía en publicidad.  Cómo sería de miserable, que una vez a una adolescente gordita le metió con forcep un vestido que no le “dentraba” y cuando la niña lo quiso devolver, el muy desgraciado no accedió, y eso que lo amenazaron con denunciarlo al Sernac de Australia. Y les digo: hay que tener estómago para venderle vestidos feos a las lolitas, sobre todo cuando están ilusionadas con verse encachadas para su “prom”. Lo único positivo de este trabajo, fue que cuando renuncié me di el gran gusto de cumplir el sueño del pibe,  la fantasía no-sexual más extendida entre la clase trabajadora: mandé a la XUXA  a mi jefe. Con escándalo.  En inglés. Tantos años viendo películas de Joliwud de algo me tenían que servir.


 Number ONE! Repartidora de correo basura



Acá en las Adelaidas aún se usa mucho eso de la publicidad por catálogo. Y no es como que viene en el diario, como la revista de Falabella, sino que te la traen directo a tu hogar. Y bueno, no son precisamente los de la oficina de correos lo que te dejan el turro de Junk Mail en tu casilla particular. Son otros los que hacen ese trabajo. Y esos otros son los seres más explotados y abusados de este país. El último eslabón de la cadena trófica.

Esta pega la tomé en un momento de desesperación total. Llevaba tres meses sin trabajo estable desde que mandé a la mierda al dueño de Copycat (ver apartado anterior) y la Olguita Marina me estaba consumiendo. Así que un día, con mi amiga y vecina Andrea, decidimos que no era malo salir a repartir catálogos. Por último, para tomar airecito y hacer ejercicio. “Be paid for walk!”, decía el anuncio. Así que  mandamos la application y en tres minutos nos llamaron para decirnos que sí, que fuéramos a por los catálogos. Lo que no sabíamos es que además de meter el turro de publicidad en los correos del vecindario asignado, había que  compaginar y DOBLAR las cagás, pega en la que se nos fueron unas seis horas de tiempo, y con ayudantes más encima. Luego, salimos a repartir, con los carritos con los que compramos la fruta y verdura en el mercado.  

En resumen: fueron dos días infernales. Nos llovió, quedamos todas embarradas, los catálogos no se acababan nunca, se nos rompió el carrito, nos mandaron a un sector que era puro cerro, caleta de casas tenían letrero de “no junk mail” y al final del primer día nos queríamos puro matar-nos. Lo peor: percibimos una remuneración de 50 dolaritos por cabeza, con los que compré confort, lavé la ropa y me abastecí de pasajes para la micro. Viendo el vaso medio lleno: quedé con las nalgas de acero. Por una semana.

Así que ya sabe ya. La próxima vez que se vea tentado a renunciar a una pega porque le cae mal el jefe o porque sus colegas son buenos para el cahüín, acuérdese de: a) ver el vaso medio lleno  y b) siempre hay un trabajo más de mierda que el suyo.

FIN.